La esperanza tiene un nombre: Jesús.
¿Alguna vez has perdido las llaves? Es muy frustrante. Vas atrasada, los niños están impacientes y nada va según lo previsto.
Imagínate perder algo mucho más importante que tus llaves: tu esperanza.
Cuando ponemos nuestra esperanza en cualquier cosa o persona, incluyendo nuestros hijos, nos quedamos atascados.
Hermanas en Cristo, es hora de desatascarnos y acoger nuestra verdadera esperanza: Jesús. Él no es una esperanza efímera ni un simple deseo, sino un ancla tan sólida como una roca para nuestras almas. He aquí tres maneras en que la esperanza en Jesús puede animarnos hoy:
1. Jesús es nuestra vida.
Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2:20).
Especialmente como padres, puede parecer que siempre estamos derramando nuestro tiempo, energía y amor. A veces nos preguntamos: ¿Quién soy yo más allá de ser padre o madre? Pero tu vida no se define por los papeles que desempeñas ni por tus logros. Te define Aquel que te salvó y vive en ti. Cuando te sientas vacía, recuerda que Su vida en ti es abundante e inagotable.
2. Jesús es nuestro amor.
En Gálatas 2:20, también se nos recuerda que Jesús nos ama y Se entregó por nosotros. El Rey del universo eligió morir por ti, rompiendo el poder del pecado y abriendo las compuertas del perdón. Su amor por ti no tiene medida; es una fuente inagotable que nunca se seca. Jesús nunca apartará de ti Su corazón amoroso.
3. Jesús es nuestro significado.
En un mundo que mide el éxito por los «me gusta» de Instagram, las casas impecables y los niños que se comportan perfectamente, es fácil sentir que no eres suficiente. Pero Jesús le da la vuelta al guión. Si Dios se entregó por ti, piensa en lo valiosa que eres para Él.
No subestimes la importancia de tu fidelidad diaria. Versículos como 2 Timoteo 1:5 nos muestran que el amor constante de las abuelas y las madres puede enseñar a los niños la fe cristiana. Pablo escribió a Timoteo: «tengo presente la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también» (NBLA).
Tanto amor irradia de Loida y Eunice que las brasas de la gracia se convirtieron en una llama ardiente en Timoteo.
No pongas, equivocadamente, tu esperanza en cosas temporales. Los autos se averiarán, los niños pondrán a prueba tu paciencia y la vida será bella y terrible. Pero Jesús es tu esperanza inquebrantable. Él es tu vida, tu amor y tu significado.
Tu esperanza tiene un Nombre, y su Nombre es Jesús.
Padre celestial, danos el poder de vivir anclados en la esperanza inquebrantable que tiene Nombre: Jesús. En el poder del Espíritu Santo, que nuestras vidas sean iluminadas con amor. Oramos en el Nombre poderoso de Jesús, nuestra esperanza. Amén.