Dios prefiere la intimidad a la eficiencia.
Antes de casarme con mi esposa Britt, mientras nuestra relación se desarrollaba y se acercaba al compromiso, la invité al Día de Acción de Gracias de mi familia. Una de nuestras tradiciones familiares es ver películas de Bollywood juntos.
En medio de un chiste de la película, toda mi familia estalló en carcajadas. Toda la película estaba en telugu y Britt no entendía nada.
«¿Puedes interpretarme el chiste?», me preguntó.
Sin dejar de reír, le contesté: «¡por supuesto!».
Pero, ¿qué suele ocurrir cuando se interpreta un chiste de un idioma a otro? Al instante ¡deja de tener gracia!
Hay algo íntimo, familiar y cómodo en el idioma original. La intimidad se pierde en la traducción.
Mañana, en todo el mundo, muchos cristianos celebrarán el Domingo de Pentecostés, en conmemoración de la llegada del Espíritu Santo a la Iglesia primitiva en Hechos 2. Fue un día muy importante, en el que se cumplió la promesa de Jesús a Sus discípulos, que esperaban al Consolador (Juan 14:26; Hechos 1:4), y de la profecía en Joel 2:28-29 de que el Espíritu de Dios se derramaría sobre toda la humanidad.
En el Pentecostés, los discípulos estaban reunidos en Jerusalén. Cuando el Espíritu Santo llegó y les llenó, «comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.» (Hechos 2:4, NVI). Mientras declaraban «las maravillas de Dios» (Hechos 2:11, NVI), se congregó una multitud. Hechos 2:7-8 dice: «Desconcertados y maravillados, decían: «¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye hablar en su lengua materna?»
Los idiomas más hablados en tiempos de Jesús eran el griego koiné y el arameo. La mayoría de la gente habría entendido ambas, manteniendo al mismo tiempo su propia lengua materna.
Siempre me he preguntado: ¿por qué Hechos 2 enfatiza que personas de varias naciones escucharon el Evangelio en sus lenguas nativas? ¿Por qué el Espíritu Santo no dejó que los discípulos hablaran en griego koiné o arameo? ¡Habría sido más eficaz!
Hay al menos dos razones importantes:
- En Hechos 2, el Espíritu Santo estaba obrando para deshacer la rebelión de la torre de Babel de Génesis 11, donde la humanidad estaba separada por diferencias lingüísticas y se perdió la intimidad. Ahora el Espíritu invita a volver a la familia de Dios.
- A Dios le importa más la intimidad que la eficacia. Qué bondadoso fue Dios al asegurarse de que la gente oyera hablar primero de Su redención a la humanidad en sus propias lenguas, proporcionándoles consuelo, familiaridad y, lo que es más importante, intimidad con Él.
Nuestro mundo se desespera por la eficiencia. Nos frustramos si las cosas no suceden cuando y como queremos. Pero, ¿y si el objetivo no es la eficacia? Siempre hay un costo… a menudo relaciones desconectadas y frías.
Al Espíritu Santo le importa la cercanía. El Espíritu será eficiente a veces, pero no está limitado por la eficiencia a costa de la intimidad.
Al celebrar el Domingo de Pentecostés, recordemos que el mismo Dios que deseaba intimidad con la gente entonces, la desea con la gente ahora. A Dios le importa mucho más la intimidad en las relaciones que la eficiencia.
por DR. JOEL MUDDAMALLE