Decide celebrar.
El celebrar puede ser un reto, especialmente cuando estamos en temporadas en las que parece que no hay nada que celebrar.
Sin embargo, ¿qué tal si una de las mejores maneras de experimentar alegría en nuestras circunstancias actuales es tomar la decisión de celebrar?
Nuestras vidas y nuestros calendarios conllevan un ritmo enorme de celebración. Marcamos los días festivos, los aniversarios, los cumpleaños y las estaciones. El celebrar es bíblico. La palabra «celebrar» en todo el Antiguo Testamento se traduce a menudo del verbo hebreo hagag, que significa «preparar, guardar u observar una fiesta o festival». Las Escrituras describen tantas fiestas y festivales que Dios había dado a Su pueblo para ayudarles a recordar lo que Él había hecho por ellos.
Hoy podemos celebrar por la misma razón: para recordar y regocijarnos en lo que Dios ha hecho. El Salmo 27:13 dice: «Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del SEÑOR en esta tierra de los vivientes». Este versículo nos recuerda por qué es importante formar el «músculo» espiritual de la celebración. Necesitamos buscar la bondad del Señor hoy y ayudar a otros a hacer lo mismo.
A menudo nos encontramos ocupados asistiendo a las celebraciones de otras personas: bodas, quinceañeras, cenas de trabajo y cada cumpleaños. Y, sí, ¡vale la pena celebrar estos eventos importantes! Pero no son las únicas cosas en la vida que debemos honrar y reconocer.
No siempre tiene que ser una fiesta o un evento. El celebrar facilita el invitar a otros a reconocer incluso un pequeño momento que importa, un momento que no quieres olvidar.
Incluso en mis épocas más oscuras, he sentido el deseo de practicar la disciplina de la celebración. No porque quiera descartar la importancia de mi dolor, sino porque necesito recordar la bondad de Dios, incluso cuando en mi vida nada parece bueno.
No tenemos que enfocarnos en las oportunidades futuras para alegrarnos ahora. Esas celebraciones futuras llegarán, pero no queremos mirar atrás y lamentar no habernos tomado un momento para saborear la bondad de este momento.
¿Qué tal si hoy te tomas unos minutos simplemente para reflexionar sobre el mes pasado? Toma un diario o abre una nota en tu teléfono. Pon tu música favorita. Disfruta un café de tu lugar preferido. Escribe sobre lo más destacado de este mes y cómo Dios estuvo presente Luego elige cómo quieres celebrar Su bondad en tu vida. Si no se te ocurre nada, pídele a Dios que te muestre cómo hacerlo.
Quiero participar activamente en esta vida preciosa y hermosa que Dios me ha regalado, ¿y tú? Dios no nos pide que nos quedemos al margen. Nos invita a participar. Celebremos, en la tierra como en el cielo.
por MEGHAN RYAN ASBURY