Ya no puedo orar.
Por más que intentaba, me parecía que mis oraciones tocaban el techo proverbial.
¿Acaso Dios me escucha? ¿Todavía le importo?
Tal vez tú también hayas pasado por temporadas como esa, en las que te sientes desanimada por tu incapacidad para orar o sientes que no sabes qué decir. Tal vez hayas tratado de hacer un nuevo hábito de orar este año, pero sigues distrayéndote mientras tus pensamientos pasan de la oración a tu lista de compras y esa factura sin pagar, y resulta tan desalentador que simplemente te rindes.
Hay muchas cosas que nos impiden orar. Pero hay una buena razón para orar de todos modos: Jesús está orando por y con nosotras.
Hace unos años encontré esta cita de Robert Murray M’Cheyne: «Si pudiera escuchar a Cristo orando por mí en la habitación de al lado, no temería a un millón de enemigos. Sin embargo, la distancia no hace ninguna diferencia. Él está orando por mí».
La primera vez que me encontré con esa idea, me sentí conmocionada. ¿De verdad? ¿Orando por nosotras? Es es una idea encantadora, pero eso no se encuentra en la Biblia… ¿verdad?
Así que escudriñé las Escrituras y me sorprendió lo que descubrí. Hebreos 7:24-25 dice: «pero dado que Jesús vive para siempre, su sacerdocio dura para siempre. Por eso puede salvar—una vez y para siempre— a los que vienen a Dios por medio de él, quien vive para siempre, a fin de interceder con Dios a favor de ellos» (NTV).
En Romanos 8:34, la Biblia afirma de nuevo: «Entonces, ¿quién nos condenará? Nadie, porque Cristo Jesús murió por nosotros y resucitó por nosotros, y está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios, e intercede por nosotros» (NTV). Parece claro que Jesús está orando por Su pueblo en cada momento de cada día.
No sé lo que Jesús está orando, pero vislumbramos Su corazón tierno en Su oración sacerdotal en Juan 17. La Biblia también dice que, incluso en nuestro dolor, angustia y oscuridad, e incluso cuando no lo sentimos, Jesús nos fortalece y nos protege (2 Tesalonicenses 3:3).
Incluso cuando no sabemos qué decir, Jesús está orando por nosotras.
Incluso cuando no tenemos ganas de orar, Jesús está orando por nosotras.
Incluso cuando pensamos que nuestras oraciones no marcan ninguna diferencia, Jesús está orando por nosotras.
Esta convicción ha traído tanto consuelo a mi corazón en los días difíciles: creer que Jesús entiende lo que es ser un humano y sabe exactamente qué orar, incluso cuando nosotras no lo sabemos.
Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, sabiendo que Jesús mismo está esperando y orando por ti, por mí y por nosotras.
Precioso Jesús, gracias por amarnos tanto que te preocupas por los detalles y oras por nosotras, incluso ahora. Nos unimos a Ti en nuestras oraciones y te entregamos todas las cargas duras y pesadas de nuestras vidas. Tú eres capaz, y confiamos en Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.