Para la chica que siente que es la amiga que «perdona todo»
Una mañana, vi una foto en las redes sociales, de cinco chicas, a quienes yo consideraba como amigas cercanas, celebrando el cumpleaños de otra amiga. Es una locura cómo una simple foto puede arruinarte el día cuando dejas que la soledad y la inseguridad se apoderen de ti. Perdí el control de mis pensamientos:
¿Será que no me invitaron porque me odian?
Apuesto a que tienen un chat grupal sin mí …
Las invité a mi fiesta de cumpleaños; ¿por qué no me invitaron a ésta?
¿Por qué siempre siento que tengo que ser la amiga que «perdona todo»?
Quizás te identificas. Tal vez sea un grupo de mamás que nunca te invita, amigas que hablan de sus matrimonios maravillosos mientras olvidan las luchas matrimoniales o la soltería interminable por la que estás pasando o un cumpleaños en el que te sentiste ignorada.
En esos momentos, lo que más necesito es un recordatorio de la Verdad de Dios. Aquí hay cuatro verdades útiles que me han consolado cuando siento que sigo perdonando todo como amiga:
1. Jesús es el mejor Amigo.
Jesús fue traicionado y rechazado por aquellos más cercanos a Él. Aun así, Él siempre se aparecía, ofreciendo ternura, verdad y amor. Podemos esforzarnos por amar a las personas como Jesús, incluso cuando no nos aman bien. Amemos a los demás, no porque queramos ganar afecto o amistades mejores, sino porque Jesús nos amó primero (1 Juan 4:19). Estar presente y amar bien nunca es desperdicio.
2. Podemos honrar a las demás, incluso en momentos de decepción.
Romanos 12:10 nos llama a deleitarnos «al honrarse mutuamente». Eso significa cuidar a los demás incluso cuando es difícil, ofreciendo paciencia cuando cometen errores y perdón mientras buscamos claridad y reconciliación. Tú y yo podemos rodearnos con una comunidad de amigas que se esfuerzan por vivir esta vida radicalmente amorosa con gracia y verdad.
3. Dios nos llama dar gracia, no excusas.
Amar a los demás significa extender gracia, pero no significa ignorar los patrones dañinos. Los límites son saludables y sagrados. Pídele a Dios que te enseñe a amar radicalmente, mientras confías sabiamente. Pídele que te revele qué amistades requieren gracia y de cuáles quizás necesites alejarte. A veces la cosa más amorosa que puedes hacer es alejarte de alguien que te lastima constantemente. Deja que el amor guíe tus acciones y que la sabiduría guíe tu confianza.
4. Nuestro valor está en Cristo.
Las decepciones en las amistades pueden desafiar nuestro sentido de valía, pero nuestro valor no está determinado por nuestras amistades. Sobre todo, podemos descansar en Jesús, nuestro verdadero Amigo, Consejero y Salvador. Dejémosle intervenir en nuestros pensamientos y amistades en lugar de dejar que la inseguridad y la soledad se intensifiquen. Merecemos amistades que nos afilen y nos apunten a Cristo.
Cuando las amistades son difíciles, recuerda esto: Jesús es tu constante. Confía en Él para que te guíe hacia lo mejor que Él tiene para ti.
Querido Jesús, enséñame a amar radicalmente y a la vez, confiar sabiamente. Revela cualquier amistad de la que debería alejarme y cualquier área en la que necesito mostrar más gracia. Eres el mejor Amigo, y quiero celebrar Tu amor en mí mientras siento cariño por las demás personas. Ayúdame a discernir mejor, a dar gracia con más libertad y a establecer límites con más sabiduría. En el Nombre de Jesús, Amén.