La súplica de Job a Dios.
La súplica de Job a Dios; la cruel acusación de Bildad; la afirmación de fe de Job; Zofar se refiere a Job como un hombre malvado
Dios nos guía a ver, por medio de Job, que no tenemos una buena excusa para quejarnos sobre nuestros sufrimientos, pérdidas materiales, o por ser mal entendidos por otras personas. Job pensó que toda esperanza de recuperarse estaba perdida cuando dijo: «Mi aliento se agota, se acortan mis días, y me está preparado el sepulcro. . . . Y mis pensamientos todos son como sombra. . . . Pasaron mis días, fueron arrancados mis pensamientos» (Job 17:1,7,11).
Bildad interrumpió a este sufrido santo con palabras azotadoras que fueron mucho más crueles y con fuertes críticas que su primer discurso. Bildad pensó que los sufrimientos de Job mostraron que él era un hombre pecador e hipócrita que estaba condenado sin esperanza: «Porque red será echada a sus pies . . . (de) la luz será lanzado a las tinieblas, y echado fuera del mundo» (18:8,18). Entonces Bildad continuó diciendo: «Ciertamente tales son las moradas del impío, y este será el lugar del que no conoció a Dios» (18:21). Esta errónea acusación del «amigo» de Job seguramente fue un fuerte golpe para Job. No era solamente que Job estaba enfrentándose a la muerte, pero morir habiendo sido juzgado como un hipócrita, sabiendo bien en su corazón que él estaba bien con Dios, seguro le fue insoportable.