Inspirando a la siguiente generación de mujeres fuertes.
A toda mujer le encanta cuando sus hijos son lo suficientemente maduros para dejarle saber que se ha equivocado. ¿No es así? Ay ay ay…
Una ocasión resuena claramente en mi memoria. Mi hija mayor tenía 9 años, a punto de cumplir 10 años, y temía un destino peor que vislumbrar la muerte: crecer.
«¿Qué tiene de malo crecer, amor?», le pregunté un día.
«Los adultos no son felices», se lamentaba. «Siempre están estresados y serios, y nunca juegan con sus amigos».
Yo quería protestar, pero ella ya me tenía fichada. En ese tiempo, yo estaba estresada por un plazo de entrega, pasaba más tiempo manejando el caos de la vida familiar que riendo y rara vez «jugaba» con mis amigas.
Ciertamente, cuando sigo mis tendencias naturales, con frecuencia me conformo con una vida corriente: cabizbaja, acelerada, dejando que el estrés se lleve toda mi alegría. Aquí estaba tratando de enseñarle a mis niñas que la vida con Jesús era «una gran aventura», pero mi vida se leía menos como una gran historia y más como un manual de instrucciones.
Jesús dijo, «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10b).
Queremos que nuestros hijos, sobrinos, estudiantes y nietos prosperen así. Les decimos que miren hacia el futuro porque Dios tiene buenos planes para ellos (Jeremías 29:11). Y cuando caen derrotados, les recordamos que lo mejor está por venir. Pero los jóvenes pueden oler un engaño a un kilómetro de distancia. Si no vivimos lo que predicamos, nuestras palabras son en vano.
A continuación hay ocho preguntas para considerar mientras nos esforzamos por modelar para la siguiente generación la vida abundante que Jesús nos ofrece y por la que Él murió:
- Si esperamos que tengan sueños grandes, ¿cuáles nuevos horizontes podemos explorar?
- Si queremos que dominen la gestión del tiempo, ¿cómo ordenaremos nuestros días?
- Si les decimos que se sientan seguras de su belleza, ¿cómo debemos hablar sobre nuestros propios cuerpos?
- Si les animamos a tener una gran fe, ¿somos lo suficientemente valientes para orar por milagros?
- Si queremos que vean el matrimonio como un regalo, ¿estamos dispuestas a eliminar la apatía y creer otra vez en el romance?
- Si les advertimos que el mal uso de sus aparatos pueden lastimarles, ¿estaremos al mando de nuestra propia tecnología?
- Si les prometemos que la soltería no es una maldición, ¿nos acercaremos a nuestra propia soltería con esperanza?
- Si les decimos que Dios ama a un dador alegre, ¿nos emocionamos de ser generosas?
Dios quiere que la nueva generación viva llena de propósito, fe, gozo, voluntad, resiliencia y aventura. ¡Pero Jesús también quiere eso para nosotras! Él nos está invitando a ti y a mí a vivir nuestras vidas más radiantes. Aceptemos Su oferta y mostrémosle a esta juventud que la vida apenas está empezando.
Padre, gracias por invitarme a vivir la vida al máximo. Por favor guíame hacia una mayor abundancia. Ayúdame a demostrar Tu amor y luz a la siguiente generación. En el Nombre de Jesús, Amén.
por JESSIE MINASSIAN