El mes de febrero.
El mes de febrero suele llamarse el mes del amor. Sin embargo, en los corazones de millones de personas, este mes puede crear un abismo de soledad. Si no se controla, la soledad puede afectar destructivamente la salud física, emocional y mental, no solo en torno al día de San Valentín, sino todos los días del año.
Lo entendí muy bien cuando experimenté el dolor de la soledad crónica durante los meses largos después del fin de mi matrimonio. Una casa vacía, un nido vacío, el aislamiento de amistades y reuniones anteriores y las noches frías de invierno en soledad pasaron factura.
Cuando finalmente llegó el clima cálido, mis hijas planearon un crucero con amigas de la universidad para sus vacaciones de primavera. Por amor y preocupación por mi bienestar, me invitaron a pasar un día juntas al sol antes de su partida, y aproveché la oportunidad.
El primer día estuvo lleno de risas y sonrisas. El sol de Florida me calentó y mejoró mi estado de ánimo. El cambio de escenario y de concentración era exactamente lo que mi espíritu necesitaba.
Pero la mañana después de que se fueron, la realización de estar completamente, absolutamente sola me invadió.
Mientras estaba sentada en la playa observando a la gente, a 600 millas de casa, no pude contener las lágrimas. Nadie más parecía estar solo en aquel día de primavera, hermoso y soleado. Solo yo. Las parejas caminaban de la mano, los amigos retozaban en las olas, las familias construían castillos de arena juntos y marido y mujer conversaban. Todas esas cosas solían ser parte de mi vida. Pero ahora éramos yo y mi silla.
La realidad me golpeó duro: estar sola era mi nueva normalidad. No solo en la playa, sino en la vida misma. Me sentí como si me hubieran dejado en otro planeta donde nadie me veía.
En el Salmo 25:16-18a, el rey David expresó sentimientos similares cuando oró: «Vuélvete a mí y ten misericordia de mí, porque estoy solo y profundamente angustiado. Mis problemas van de mal en peor, ¡oh, líbrame de todos ellos! Siente mi dolor, considera mis dificultades» (NTV). Este pasaje es una serie de súplicas de ayuda a Dios porque David se sentía oprimido, deprimido, atribulado, invisible y abandonado por Dios y los demás.
Pero en lugar de permanecer enojado con Dios, la oración de David tomó un giro: «pues yo en ti me refugio. Que la integridad y la honestidad me protejan, porque en ti pongo mi esperanza» (Salmo 25:20b-21, NTV). A pesar de todo, el rey David se apoyaba en la presencia del Señor en busca de consuelo. Y nosotras podemos hacer lo mismo.
La soledad puede ser un catalizador para hacer crecer nuestra relación con Dios en lugar de reprimirla. Fuimos hechas para una relación personal con Él, y Él puso un anhelo profundo en nuestros corazones que solo Él puede satisfacer.
Amiga, si hoy te sientes sola, confía en que Dios está a tu lado. Gracias a Su presencia, nunca más tendrás que sentirte verdaderamente sola.
Señor, me siento tan sola en este momento. Ayúdame a sentir Tu cercanía y rodéame de amor. En el Nombre de Jesús, Amén.