Dios nos invita al lugar callado.
¿Alguna vez alguna canción ha surgido inesperadamente en tu espíritu? ¿Una melodía que no habías escuchado en años que de pronto llena tu corazón? Eso me pasó recientemente con una canción que no recordaba hacía décadas. La letra habla de encontrarse con Dios en el lugar secreto:
En lo secreto, en el lugar callado,
en la quietud, allí estás Tú.
En lo secreto, en el tiempo en silencio,
espero sólo por Ti, porque quiero conocerte más.
Cuando estaba en la universidad, me despertaba a cualquier hora que Dios me lo indicara y pasaba momentos íntimos con Él. Ese era mi escondedero. Pero con el tiempo, la vida se volvió más ocupada. Sin darme cuenta, me había alejado de esa comunión profunda.
Hace poco, en la iglesia, una mujer que oraba por mí repitió exactamente las palabras que Dios había estado poniendo en mi corazón: «Dios te está llamando de vuelta al escondedero». Sentí de inmediato que era una confirmación divina.
El Salmo 91:1 dice: «El que habita en el escondedero del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente».
El escondedero es donde nos encontramos con Dios, no para buscar Su mano, sino para conocer Su corazón. Es un lugar de intimidad, transformación y renovación. En ese lugar sagrado, rendimos nuestras cargas y permitimos que Su presencia restaure nuestra alma. Allí estamos cubiertas por Su sombra, protegidas, fortalecidas y afirmadas en que nunca estamos solas.
He aprendido que dedicar tiempo a Dios no se trata de hacer un hueco en mi agenda, sino de priorizarlo por encima de todo. Jesús es nuestro ejemplo perfecto. Con frecuencia se retiraba para estar con el Padre (Lucas 5:16), mostrándonos la necesidad de apartarnos para estar en la presencia de Dios. Nosotras también, de manera intencional, debemos crear espacio y tiempo para estar con Él.
Amiga, así como Dios me ha invitado, creo que también te está invitando a ti. Te animo a encontrar un lugar tranquilo donde puedas encontrarte con Dios consistentemente. Puede ser un rincón de tu casa, una banca en el parque o incluso tu auto durante el almuerzo. El lugar físico importa menos que la postura de tu corazón. Cuando te presentas con el deseo de encontrarte con Él, Él se encontrará contigo justo donde estás.
Quedarse en el lugar callado no se limita a momentos apartados; es una actitud continua de búscarle a lo largo del día. Ya sea en la calma de la mañana o en el caos de las responsabilidades diarias, Él está presente. Te animo a que susurres oraciones mientras transcurre tu día y abras tu corazón a Su guía. Cuanto más permanezcas en Él, Su paz y sabiduría moldearán tu vida aún más.
Dios siempre está cerca, esperando encontrarse con nosotras en el escondedero.
DRA. AVRIL OCCILIEN-SIMILIEN