Sin las Santas Escrituras.
Sin las Santas Escrituras, nosotros nunca pudiéramos entender las razones por el sufrimiento. Job, el fiel siervo del Señor, fue despojado de su familia, sus posesiones, su reputación, y su salud. Pero su sufrimiento no fue una desgracia o mala suerte, ni aun un castigo de Dios por sus pecados como sus amigos erróneamente presumían. Nuestro Creador, quien conoce nuestros más íntimos pensamientos, declaró que Job era « . . . hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal» (Job 1:1).
Detrás de todas las maldades del mundo está Satanás, y siempre quiere: « . . . rodear la tierra y de andar por ella» (1:7), en su continuo esfuerzo para destruir todo lo bueno. Pero Satanás está bajo la vigilancia constante de Dios y no puede hacer nada sin Su permiso.
Satanás presumió que, tal y como toda persona egocéntrica, Job era fiel a Dios sólo por sus recompensas. Durante su intenso sufrimiento y prueba, la esposa de Job aun le sugirió: « . . . Maldice a Dios, y muérete» (2:9). Ella también había sufrido las mismas pérdidas, pero claramente su mayor pérdida fue su fe en Dios. Job reconoció que él no era el dueño de todo lo que él poseía, ni aun sus hijos, pero que él era meramente el administrador de las cosas que Dios le había puesto para cuidar. De ese punto de vista, había sólo un paso más para Job aceptar que Dios, en Su sabiduría infinita, tenía el derecho de reclamar Sus posesiones a Su mejor tiempo. En vez de maldecir a Dios, Job le adoró, diciendo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito» (1:21).
Así como Satanás usó los «amigos» de Job para deprimirle y para condenarle, Satanás todavía se goza en usar nuestras familias, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, y aun nuestros compañeros en la iglesia para hacer lo mismo hoy en día. «Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (I de Pedro 5:8). Pero Satanás no es un león; él solamente aparece como un león, y su rugir es sólo una ostentación.
Nuestro Dios, el Maestro Trazador, todavía está en control completo. «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Hebreos 13:8).