Cuántas mujeres son como “casas divididas”?
Marcos 3:25 aborda los reinos espirituales cuando dice “una casa [que] está dividida contra sí misma…no podrá permanecer”.
Pero en otro sentido …¿cuántas mujeres son como “casas divididas”?
Lo que quiero decir es que tenemos una relación amor-odio con la manera en que Dios nos formó como mujeres. Piensa en cuántas veces nos criticamos y comparamos nuestros cuerpos en vez de celebrarlos. Recitamos las escrituras que afirman nuestro valor, como el Salmo 139, que nos dice que hemos sido hechas asombrosas y maravillosamente, pero muchas veces nos comportamos de una manera que contradice esto, como si Dios hubiera cometido un error con nosotras.
Por un lado, queremos creer lo que Dios habla sobre nosotras, pero por otro lado caemos víctimas de las burlas de nuestro enemigo, el que intenta distorsionar la imagen misma de Dios en nosotras, la que Él llama “maravillosa”.
Recuerdo cuando me convertí en una casa dividida, incómoda en mi propia piel.
Como niña y adolescente, fui sometida a la crítica dura sobre mi cuerpo por parte de gente en la que confiaba. Los comentarios como «estás demasiado gorda» o «nadie querrá salir contigo» eran demasiado comunes. Quizás puedas identificarte, habiendo soportado tu propia avalancha de críticas, ya sea de otros o de ti mismo.
Estos ataques de nuestro aspecto físico refuerzan nuestras inseguridades al mismo tiempo que rompen en pedazos nuestros espacios sagrados, causando fisuras entre nuestros corazones, almas y cuerpos. La verdad que sabemos y las emociones que sentimos están divididas. Y en mi caso, llevé esta división por dentro hasta la adultez.
Hay muchas razones por qué nuestros cuerpos se sientan como una prisión de la que anhelamos escapar. Mujeres de todas las edades están inundadas constantemente con mensajes que les dicen que nunca serán lo suficientemente buenas. Todavía batallo con estas burlas de vez en cuando. Y si estoy honesta, pienso que no van a parar.
Para mí, el camino hacia una casa restaurada vino al aprender a renovar mi mente, como nos enseña Romanos 12:2:
“Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto” (NBLA).
Nuestra sanidad no vendrá hasta que permitamos que Dios nos ayude a cambiar cómo vemos nuestros cuerpos. Admitámoslo: si Dios llama nuestros cuerpos “santo” y aceptable a Dios” (Romanos 12:1, RVA-2015), ¿quién somos para llamarlos inaceptables completamente? Si despreciamos nuestros cuerpos, ¿cómo pueden ser vehículos de adoración?
Amada, quiero recordarte lo siguiente:
Es imperativo recordar que nuestros cuerpos son espacios sagrados creados para glorificar a Dios. Y el enemigo de nuestras almas también es el enemigo de nuestros cuerpos. En vez de estar de acuerdo con las mentiras de Satanás, entremos en acuerdo con Dios que hemos sido hechas asombrosas y maravillosamente.
Juntas, recuperamos nuestra identidad dada por Dios.
Padre Celestial, gracias por hacerme a Tu imagen. Rompo acuerdos que he hecho con las mentiras del enemigo sobre mi cuerpo. Tienes permiso total para cambiar mi perspectiva. Ayúdame a verme como hecha asombrosa y maravillosamente. En el Nombre de Jesús, Amén.